viernes, 17 de abril de 2009

Insoportable reflejo


La plaza Vendôme, en París, se considera uno de los centros del lujo de la capital francesa. En ella se encuentran importantes joyerías como Cartier o Boucheron. En este lugar, a finales del siglo XIX, vivió la condesa Virginia Oldoini, que sólo salía a la calle de noche y cubierta con un velo. De esta bella mujer se dice que fue amante de Napoleón III para poder así ejercer de espía del rey Víctor Manuel II. Oldoini encargó que hicieran más de cuatrocientos retratos de su belleza. Famosa por su colección de amantes, terminó por vivir y morir sola cuando se apoderó de ella la inevitable vejez y ordenó, por ello, retirar todos los espejos de su vivienda.
Historia y literatura universales están llenas de ejemplos de hombres y mujeres que no soportan la visión de las arrugas en su rostro, la piel fláccida y apagada, los ojos hundidos, la espalda encorvada. Nadie nos prepara para la vejez, todo lo contrario, nos bombardean con mensajes en su contra, se ensalza la juventud, se recomienda todo tipo de cremas y medicamentos, operaciones de cirugía para distintas partes del cuerpo, masajes y brebajes para luchar contra el tiempo, para darle la vuelta a las manecillas del reloj y morir con aspecto de adolescente. Nadie nos prepara para combatir con nuestro reflejo envejecido cuando, en realidad, deberíamos plantarnos victoriosos ante el espejo.

No hay comentarios: