miércoles, 20 de mayo de 2009

Leyes y burocracias inhumanas


Como cada día, Armand fue a sus clases en el campus donostiarra de la Universidad del País Vasco. Tiene 19 años y estudia segundo curso de Ingeniería Técnica Industrial en Mecánica. Todos los días se desplaza desde Labastida, en Vitoria, hasta San Sebastián. El pasado 28 de abril, al término de sus clases, se dispuso a volver a Vitoria donde vive con su madre y sus tres hermanos desde hace cinco años. El autobús en el que viajaba Armand se topó con un control policial. Los agentes certificaron que no llevaba el pasaporte y le detuvieron. Al día siguiente fue deportado a Camerún, su lugar de origen. La subdelegación del Gobierno en Gipuzkoa lo califica ahora de "despiste administrativo". Yo me pregunto cómo una persona que estudia en la universidad, que seguramente tenga una vida completa, integrada genere tan poco respeto entre nuestras instituciones. Me pregunto cómo en un caso así se puede aplicar el rodillo inhumano de la Ley de Extranjería. ¿No decimos que se quede el que venga a trabajar, a enriquecer, a integrarse? ¿Qué hacía Armand entonces? En plena revisión de la Ley de Extranjería, este es uno de los mejores ejemplos del atropello a muchas libertades individuales que supone esta norma: libertad para emigrar, para moverse libremente, para reunir a tu familia. ¿Hubiese pasado igual si Armand hubiese sido un joven norteamericano, suizo, canadiense...?

2 comentarios:

Próspera dijo...

No, no hubiera pasado. Les recomiendo una película muy buena que trata este tema, The visitor.

Flip (el saltamontes) dijo...

Una dosis de irracionalidad más