domingo, 29 de marzo de 2009

Vergüenza

El discurso pronunciado en mayo de 2008 por el periodista y fotógrafo Gervasio Sánchez, ganador del premio Ortega y Gasset, por su trabajo ‘Vidas minadas’, no fue del gusto de muchas personas, principalmente de los políticos presentes en el acto. La obra por la que Sánchez recibió este galardón fue sobre las víctimas de las minas antipersonas, a las que no pudo evitar recordar, entre las que se encuentran cuatro de sus hijos adoptivos. En una confesión desgarradora, el fotógrafo aseguró que “no hay nada más bello en el mundo que ver a una víctima de la guerra perseguir la felicidad” y aludió a todos los gobiernos españoles, desde el inicio de la transición, encabezados por los presidentes Adolfo Suarez, Leopoldo Calvo Sotelo, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, que permitieron y permiten las ventas de armas españolas a países con conflictos internos o guerras abiertas. También hizo hincapié en que la anterior legislatura duplicó la venta de armamento, al mismo tiempo que el presidente incidía en su mensaje contra la guerra y, por si fuera poco, que España fabrica cuatro tipos distintos de bombas de racimo cuyo comportamiento en el terreno es similar al de las minas antipersonas. “Es verdad que me siento escandalizado cada vez que me topo con armas españolas en los olvidados campos de batalla del tercer mundo y que me avergüenzo de mis representantes políticos”, declaró Gervasio Sánchez. Y con esta última frase me quedo: Yo también me avergüenzo de aquellos que se jactan de defender la libertad de prensa, luchar por ideales, dar lecciones de ciudadanía y de buen hacer, pero que después, ante la más mínima presión, no dudan en dar explicaciones, pedir disculpas y obligar a callar “porque así lo ordenaron otros”. Aquellos que citan una y otra vez a los grandes maestros, politólogos y teóricos de la ciencia política, para demostrar su sabiduría, pero que no dudan en arremangarse los pantalones y bajar la cabeza ante el menor contratiempo porque el objetivo final es defender los intereses de los pocos que mandan. De todo eso me avergüenzo y más, porque muchos de los que dirigen los medios de comunicación no merecen el respeto de quienes allí realizan su trabajo día a día y pese a todo. Y menos aún de los lectores, oyentes, televidentes y público en general.
PD: Quizás, mi vergüenza tampoco sea del agrado de muchas personas.

tanguito

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