martes, 30 de septiembre de 2008

Derechos Humanos olvidados


El deporte puede asociarse con acciones sociales, con un espíritu educativo y de superación de las barreras físicas. Sin embargo, los intereses económicos que rodean las prácticas deportivas más populares han acabado con buena parte de sus objetivos altruistas. Grandes acontecimientos que mueven montañas de dinero, que desplazan a miles de personas a los hoteles del país que acoge estas citas deportivas, que generan puestos de trabajo inmediatos, se celebran en países donde los Derechos Humanos son los grandes olvidados. Así, se llevaron a cabo los pasados Juegos Olímpicos en China, para lo que se mandó a casa a cientos de trabajadores de las fábricas durante meses sin sueldo, con el objetivo de que los occidentales no padecieran tanta contaminación. El pasado fin de semana, le tocó el turno a Singapur, el país más pequeño del sudeste de Asia, con un sistema de gobierno autoritario que merma el derecho a la libertad de expresión y que aplica la pena de muerte y los castigos corporales a los presos con frecuencia. Un flamante circuito de Fórmula 1, que además albergó el primer premio nocturno de la historia de este deporte, llevó al país asiático a millonarios de todo el mundo, sin contar con el gasto energético que supone cambiar la noche por el día en este tipo de competiciones. En las manos de los organizadores de estos espectáculos deportivos está contribuir a defender los Derechos Humanos. ¿Por qué en sus negociaciones previas no ponen sobre la mesa como condición innegociable que el país elegido para celebrar éstos se comprometa a cambio a respetar los derechos universales?

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