miércoles, 19 de noviembre de 2008

"El 14 de noviembre se inició el intento de genocidio y extermino de la población del Sahara". Discurso del activista saharaui Hmad Hamad en Madrid

*Foto: Sahara Resiste

Una gran alegría invade mi mente hoy aquí y me hace sentir una enorme emoción, al saber que, en esta plaza en la que estamos todos, nos une una gran y legitima causa que es de la libertad definitiva del pueblo saharaui. Estas manifestaciones que vienen celebrándose todos los años en Madrid son un testimonio claro para el mundo y una demostración que las causas justas siguen movilizando a asociaciones e instituciones para defender la paz y la dignidad humana por encima de todas las cosas. Quienes vivieron intensamente momentos históricos del pasado reciente del Sahara saben muy bien y entienden la magnitud de nuestro dolor y sufrimiento. Saben que está en juego nuestra existencia como pueblo y que sólo con vuestro apoyo se nos hace el camino más corto y menos doloroso. Personas como vosotros, representantes del verdadero espíritu solidario de la sociedad civil, sois un ejemplo de voluntad y sacrificio porque, cada día que pasa, allí estáis para alzar nuestra voz que es a la vez vuestra voz. Recordad que quienes defendemos que se restaure la justicia sabemos que tarde o temprano juntos compartiremos un gran sueño, dormir a la intemperie lejos de cualquier ciudad y bajo la luz de la luna brillante y hermosa de un Sahara Libre e independiente. Así nuestro espíritu volverá a recobrar la verdadera esencia de la libertad. Hoy que mi voz ha recobrado la libertad y mi cuerpo no se encuentra preso en su propio dolor físico, quisiera deciros a todos que vuestra noble y desinteresada labor ha derrotado a los verdugos y a sus mentores pero dentro de mis entrañas aún prevalece un sentimiento de dolor e impotencia porque, en mi barrio, en mi casa, en mi ciudad y en mi país, el horror y la tortura siguen formando parte de la vida cotidiana de los saharauis que viven en las zonas ocupadas. Desde aquí debemos de seguir luchando para devolverles a todas las víctimas un trozo de libertad y humanidad; porque ese sentimiento humano y noble es el que nos hace más grandes que aquellos que creen que todo vale para imponernos su despiadada sinrazón. El pueblo saharaui ha sido testigo durante más de treinta años de la ocupación ilegal de su tierra que sigue llevando a cabo Marruecos con el beneplácito de las grandes potencias que imparten lecciones de justicia y seguridad en todo el mundo pero se olvidan de nuestra causa porque no encaja en su filosofía económica y política. Somos un pequeño pueblo, dirán desde sus despachos, un puñado de refugiados que no pesamos nada para ellos en el tablero político. Nosotros debemos ser la parte sacrificada según sus analistas. Pero lo que no entienden es que hemos sobrevivido en contra de sus pronósticos y análisis estratégicos. Nosotros los saharauis y el movimiento solidario lo pedimos algo que es muy sencillo y requiere del gasto de pocos recursos humanos y materiales: que nuestra voz sea recogida en una urna de forma libre y secreta, que se respete nuestra voluntad. La mayor amenaza para la vida proviene del silencio del que sufre, del silencio del que conoce, del silencio del que calla; del silencio de la ignorancia y el deseo de no saber nada y creer que el dolor tiene fronteras y categorías. Yo creo sinceramente en el sentimiento humano que condena y rechaza el dolor y el sufrimiento. El 14 de Noviembre de 1975 significa para el pueblo saharaui el capitulo más negro en su historia reciente. Con esta fecha se inició el intento de genocidio y extermino de una población civil indefensa y desarmada con el propósito de acabar con cualquier foco de resistencia saharaui que pudiera impedir la ocupación ilegal del territorio por parte de Marruecos. Y concluiré con estas palabras del poeta saharaui Ali Salem Iselmú cuando nos expresa sus sentimientos de la siguiente forma: Quisiera evadir mis ideas y acudir a la profundidad de mi alma para expresar lo que siento y cómo todo lo que siento es rabia, impotencia y desesperación espero que la palabra sea la imagen de toda esa sensación de abandono, olvido y destierro que sufrimos. Hmad Hamad, activista saharaui de derechos humanos; Madrid 15 de noviembre de 2008

martes, 18 de noviembre de 2008

Siempre tarde


Siempre llegan tarde. Tanta sociedad acelerada y de nada nos sirve. No consiguen evitar que las mujeres sean asesinadas por sus parejas, aunque existan denuncias y órdenes de alejamiento. No logran que la gente deje de fumar, que no beba y conduzca al mismo tiempo, que no se drogue, que, en definitiva, no se desgracie la vida. A muchos delincuentes no los reinsertan en la sociedad, por lo que no evitan nuevos delitos. No les bastaron más de cuarenta denuncias para cerrar la discoteca El Balcón de Rosales en la que falleció un joven presuntamente por una paliza que le propinaron tres porteros del local. Tuvieron que esperar a que muriera un chico de 18 años para clausurar sus puertas. Tarde, demasiado tarde, siempre tarde.

viernes, 7 de noviembre de 2008

martes, 4 de noviembre de 2008

Ricos y Libres


Si un trabajador comente un fallo garrafal lo suele pagar. Con su sueldo y puede que incluso con su trabajo. Resulta que la crisis ha descubierto que no siempre es así. Los directivos y consejeros de las grandes corporaciones si se equivocan son indemnizados. Sí, parece una locura, pero estos señores y señoras, además de tener sueldos millonarios, planes de incentivos, vacaciones en islas desiertas, jet privados y clubes de lujo, cuentan en sus contratos con unas cláusulas que les aseguran indemnizaciones si las compañías quiebran. Los trabajadores rasos, en cambio, lo único que obtienen es suspensión de pagos y un boleto gratis para la cola del paro. En resumen, que si un directivo o un consejero delegado de una entidad financiera de gran postín se equivoca no tiene que rendir demasiadas cuentas a nadie, salvo a unos accionistas que se ven arruinados y que, para echar al irresponsable que se jugó sus cuartos de forma errónea, tienen que pagarle al susodicho o susodicha una serie de millones.
Para el resto de trabajadores quedan sólo los recortes salariales y las continuas amenazas con la crisis para que no se quejen si se sienten explotados o maltratados en sus derechos básicos.